Salgo de la gran ciudad dejando el tráfico atrás… Es momento de quitar la capota del techo de mi Cadillac, mirar a mi alrededor y saborear la tranquilidad del camino hasta mi pueblo, ese donde cada verano disfrutaba como si fuera el último. Melena al viento, velocidad pausada y los Beatles de fondo mientras recorro ese paisaje que tanto me gusta. Adiós estrés, adiós oficina, la nostalgia se apodera de todos mis pensamientos.
Empiezo a recordar la casa de mis abuelos con sus ventanas y puertas verdes que tanto me gustaban, imposible olvidarme de ella. Mis juegos en la plaza del pueblo con esos amigos a los que únicamente veía de verano en verano y que, ahora, no se si me recordarán. Con ellos el tiempo se paralizaba y todo era fácil, cómodo… Me recorre una felicidad inmensa al pensar que vamos a reencontrarnos.
Tras unas horas conduciendo, por fin veo la señal que marca el inicio de mi pequeño escondite. Es feria y está todo lleno de farolillos y banderolas de colores. Salgo del coche y piso el suelo con mis Dunlop FLASH, nada más retro para ser la chica que vuelve al pueblo desde la gran ciudad.